Reflexión sobre el Curso de Arquitectura

Durante este semestre, el curso de arquitectura nos ofreció una experiencia educativa única, permitiéndonos explorar en profundidad las múltiples facetas del diseño arquitectónico. A través de esta experiencia, nos encontramos con conceptos esenciales como la transformación de los órdenes arquitectónicos, la exploración del pensamiento crítico en el diseño y el equilibrio entre lo académico y lo intuitivo en el proceso creativo.

Las clases se convirtieron en espacios de intercambio continuo, donde las ideas fluían libremente y las discusiones sobre obras contemporáneas nos desafiaron a ver la arquitectura no solo como una práctica técnica, sino como una forma de expresión artística con un impacto profundo en la forma en que percibimos y habitamos los espacios.

La diversidad de perspectivas dentro del grupo enriqueció enormemente esta experiencia. Los debates constantes, las presentaciones y los ejercicios prácticos nos empujaron a cuestionar nuestros propios supuestos y a buscar nuevas maneras de entender la relación entre forma, función y espacio. Además, estudiar las obras de arquitectos innovadores como Utzon, Gehry, Hadid y Calatrava nos permitió apreciar cómo la arquitectura puede ser tanto una solución técnica precisa como una experiencia profundamente emocional.

No obstante, un aspecto que podría mejorar es la consistencia en la gestión del curso. Las interrupciones ocasionales en la continuidad de las sesiones debido a ausencias inesperadas del profesor limitaron en ciertos momentos nuestra capacidad para profundizar en los temas. Sin embargo, el entusiasmo colectivo del grupo y el interés genuino por el aprendizaje ayudaron a mantener el impulso del curso, superando estos retos logísticos.

En resumen, este curso no solo nos proporcionó herramientas para pensar críticamente sobre el diseño arquitectónico, sino que también nos inspiró a explorar nuevas formas de abordar nuestra práctica futura con una visión más amplia y enriquecida.